Playa La Ballena
Localidad de Los Molles
Comuna de La Ligua, Provincia de Petorca

A Marta Ugarte la asesinaron. Masacrándola de forma brutal y lanzándola desde un helicóptero al Pacífico. La fuerza de las olas del mar se encargaron de retornar su cuerpo a orilla de playa La Ballena (comuna de La Ligua, sector Los Molles). Aparece ahí, en la playa y se convierte en revelación. Una sospecha confirmada: las personas detenidas y secuestradas por instituciones armadas del Estado después del Golpe, y que habían sido reportadas ´desaparecidas´ por su larga ausencia sin explicación o rastro alguno, estaban siendo lanzadas al mar después de la tortura y el asesinato, con la intención de hacerlas desaparecer.

El hallazgo del cuerpo muerto de Marta sobre la arena tuvo un impacto muy relevante. Encontrar a Marta permitió confirmar el posible destino trágico de otras cientos de personas detenidas-desaparecidas cuando se miraba hacia el Pacífico, este mar-cementerio, último destino. Después de todo, el mar sólo devolvería un cuerpo, Marta entre muchas/os más. También nos enrostra la intención perversa de los agentes represivos del Estado y su consciente acción por desaparecer forzadamente a personas, cadáveres y borrar toda evidencia de crímenes de lesa humanidad. Marta muerta en la playa y devuelta por el mar es la prueba del exterminio político como un hecho real en Chile, un caso ejemplar de los crímenes perpetrados por la Dictadura cívico-militar.

Efectivamente, el hallazgo ofrece pistas sobre cómo operaba el terrorismo de Estado en aquel momento. Ella vivía y trabajaba en Santiago de Chile, fue detenida en esa ciudad el 9 de agosto de 1976 después de 3 años clandestina, pasó por el cuartel Terranova de la DINA o Villa Grimaldi (en la precordillera de la comuna de Peñalolén), donde fue torturada y trasladada en un helicóptero del Ejército hacia la costa para ser lanzada al mar por la Brigada Purén de la DINA (comandada por el coronel de Ejército Germán Barriga Muñoz (1) y encargada de los Vuelos de la Muerte de la Operación Puerto Montt, realizada entre 1974 y 1978); tal como lo hicieron con -al menos- 490 prisioneras y prisioneros políticos, cuyos cuerpos también fueron envenenados con una inyección de Pentotal, amarrados con alambres a rieles de tren (en su pecho) para hundirse rápidamente en las profundidades del océano envueltos en sacos de papas como bultos inertes. A Marta Ugarte no la detuvieron ni la torturaron únicamente por ser una mujer de 42 años, profesora normalista o Jefa Provincial de la JAP (Juntas de Abastecimiento y Control de Precios) en Santiago Centro, no. Lo hicieron principalmente porque ella era una militante activa del Partido Comunista (miembro de su Comité Central, máxima instancia de dirección), y pocas mujeres alcanzaban dicho nivel en aquella época, por lo tanto, representaba una amenaza política e ideológica para el régimen dictatorial gracias a su determinada convicción.

Poco más de un mes desde su detención, el domingo 12 de septiembre, su cuerpo semidesnudo aparece en la playa con múltiples heridas graves, lesiones internas, los ojos abiertos y signos de estrangulamiento. Algunos antecedentes aclaran que la inyección no logró matar a Marta, obligando a la Brigada homicida -en el aire, dentro del helicóptero- a desatar los alambres y usarlos para asesinarla por asfixia. Quizás porque la no volvieron a amarrarla tirantemente es que la bolsa, los alambres y el riel se separaron del cuerpo, permitiendo que flotara y trasladado por la corriente. Finalmente, su cuerpo fue encontrado en playa La Ballena por un pescador de caleta Los Molles, se le envió al Hospital de La Ligua y posteriormente al Servicio Médico Legal de Santiago. Las autopsias posteriores revelarían varias fracturas, sus huellas dactilares borradas con soplete e incluso su columna vertebral luxada.

Por otro lado, su caso nos demuestra -una vez más- cómo la prensa escrita y los medios de comunicación en Chile intentaron coordinadamente (des)informar mostrando otra historia. Hablamos de la cooperación civil, empresarial y periodística con la dictadura y el Terrorismo de Estado. El caso de Marta se hizo público un día después de su hallazgo, dado que la prensa mostró fotografías del cadáver anónimo cuando estaba en el SML de Santiago y desde un primer momento afirmaron que una “hermosa joven de 23 años” había sido estrangulada como consecuencia de un “crimen pasional”. Sus hermanas decidieron seguir esa pista, reconocieron a Marta por dichas imágenes de prensa y días posteriores confirmaron su identidad después de que su dentista personal revisara el cadáver y confirmara las tapaduras que recientemente él había instalado en su boca.

Para su círculo cercano, era un hecho a los pocos días que Marta Ugarte fue detenida, asesinada y que a la vez su cuerpo encarnó el intento de desaparición forzado de una forma horrible. El “crimen pasional” siempre fue una mentira, un encubrimiento comunicacional pero político y con sesgo machista, el mar justamente se encargó de revelar el secreto, cuando el cuerpo maltratado de Marta se liberó de sus ataduras y fue devuelto por la corriente hacia la playa.

Sin embargo, el gobierno dictatorial y su Junta Militar negó pública y rotundamente que Ugarte fuera detenida por agentes de Estado o cualquier responsabilidad con su asesinato, menos por razones políticas. Al tiempo que la prensa proyectó ese mismo argumento de forma simultánea por El Mercurio, La Segunda, La Tercera, Las Últimas Noticias y sus trabajadores (algunos emblemáticos como el periodista Pablo Honorato (2). Se levantó el montaje periodístico ya que nunca reconocieron o rectificaron la desinformación que de hecho cometieron, -tergiversando la verdad- ni tampoco gastaron tinta para decir que Marta fue presa política, luchadora social asesinada por agentes de Estado, militante comunista y víctima de la dictadura.

Todo lo que sabemos hoy sobre el caso de Marta Ugarte es aquello que sus amigos o testigos de su detención han contado, compañeras y compañeros de prisión que la vieron al interior de Villa Grimaldi o, incluso, por las mentiras de la prensa y aquello (poco, pero útil) que algunos mecánicos de helicópteros militares hablaron años después (porque el juicio obligó o porque no aguantaron la culpa). Resulta imperioso entonces, hasta el día de hoy, que las instituciones armadas rompan sus Pactos de Silencio y revelen ¡Dónde Están!, que señalen las áreas del mar donde lanzaron cientos de cuerpos, para buscarlos y encontrar sus restos, con tal de alcanzar toda Verdad y toda la Justicia.

1- En el reportaje “El Estrangulador de Marta Ugarte”, de La Nación Domingo publicado en la semana del 25 al 31 de marzo de 2007, el acusado Cristian Alvarez Morales declara que su jefe de operación fue Germán Barriga, alias “Don Jaime”.
2- En el reportaje “Las portadas más siniestras en los diarios de la era Edwards Eastman durante la dictadura” (The Clinic Online, publicado el 24.04.2017) se señala a Pablo Honorato como periodista del diario Las Últimas Noticias que cubre el caso de Marta Ugarte como posible crimen en manos de hombres drogados.
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